martes, 4 de mayo de 2010

Volver.

Contemplé la casa dónde un día había sido feliz. El césped del jardín estaba sin cortar y las rosas que mi madre cuidaba con tanto esmero ahora estaban secas. No sabía muy bien porqué me había marchado, quizás por el dolor o el sentimiento de culpa, pero había vuelto para buscar respuestas. Abrí la puerta de la casa y crucé el comedor. Olía a menta, pipa de fumar y jazmín, al menos eso no había cambiado. La casa estaba a oscuras, las cortinas tapaban los ventanales que antes acostumbraban a iluminar el salón. Observé el piano, no sonaba desde que a mi hermana se la llevó aquella horrorosa enfermedad, pero habían cambiado tantas cosas desde entonces. Supongo que tendré que acostumbrarme a vivir con esa sensación de nostalgia el resto de mi vida.

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