sábado, 1 de mayo de 2010

el secreto de Pedro

Pedro era uno de los chicos más raros de la clase. Bajito, rellenito, de piel oscura, moreno y peludísimo, llamaba la atención por su extremada fealdad. Pedro García parecía una mancha, un error, un infiltrado en el colegio. El pobre Pedro se sentía inferior, y por eso andaba siempre solo, en un rincón. No tenía amigos, era un desprestigio ser su amigo, pero contaba, sí, con numerosos enemigos y detractores que se pasaban el día insultándolo. El pobre aguantaba los insultos con una sonrisa mansa, como si los mereciese. Estaba acostumbrado al desprecio. Al desprecio y a la soledad, porque andaba siempre solo. Yo mi hice amiga de Pedro un día en que lo descubrí leyendo el gol, durante el recreo. Me Senté a su lado, y el, cuando se aseguro de que no quería insultarlo ni pegarle, mi enseño la revista deportiva que tenía entre sus manos. Yo era una frecuente lictora del gol, mi padre solía comprarlo, me encantaba estar al día sobre cómo iba la liga, saber la tabla de posiciones. Los puntos, los goleadores, las estrellas, gozaba viendo las fotos de los golazos y de las jugadas más interesantes. El gol nos hizo amigos. Pedro era un devoto de esa revista, vivía para leerla, y sospecho que lo hacía para escapar así de los insultos y humillaciones refugiándose en ese mundo de fantasía. Es lo máximo, medio orgulloso de su revista, en mi casa tengo la colección enterita de los últimos diez años. Me quede asombrada, lo envidie cordialmente, ¿todo los números, incluido los del mundial?, pregunte. Todos, la colección enterita. ¿ Quien no esconde un secreto por lo menos? Yo acabo de descubrir el secreto de Pedro García.

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