domingo, 2 de mayo de 2010

El carnicero

Estoy cansado. No hago nada y no puedo ni con mi alma. Debe de ser este tiempo. Tanta y tanta nieve, al final llega un momento en que aburre ver siempre el mismo paisaje.

Da la sensación de cómo si estuviera atrapado aquí. Antes me encantaba estar en el pueblo, pero ahora, estoy deseando que llegue el domingo para volver a la ciudad. Pero allí se me hace, últimamente el tiempo muy corto.

Entre el frió, la nieve, y que el día parece que dura un minuto me está agobiando. En realidad, el paisaje es hermoso y da mucha serenidad, pero verlo siempre de la misma manera cansa a la vista.

Sino fuera por las historias del abuelo Marcos que evaden un poco mi mente y mi espíritu, pienso que, por aquí, no volvería más. Le da un encanto especial al pueblo con su forma de ser, de vestir, de hablar, tan lleno de historias y costumbres arraigadas a la tierra.

Ya ha caído la noche. Café y copa. Espero que esta vez hayan echado bastante leña en la estufa. Apenas puedo mover los dedos de la mano del frío que hace.

De nuevo aquí. No deberías beber tanto. No es bueno para la salud. Un vasito de buen vino en las comidas va bien, pero no tantos cubatas, como llamáis vosotros, es bueno. A la mañana siguiente se nota, sobre todo en la cabeza, y eso no te hará entrar en calor".

Hace tiempo, en el pueblo de Sanchidor, sus habitantes, eran bien conocidos por lo que bebían. Los fines de semana lo hacían con tanta asiduidad que a la mañana siguiente amanecían casi todos tumbados en los bancos, en el parque ó bien en el mismo suelo, de las borracheras que cogían.

Pero no solo era conocido por ese motivo, no. También era bastante famoso por la carne que tenían. Había muy buen ganado. Allí había una carnicería muy famosa. La mayoría de nosotros, los jueves, íbamos a comprar carne allí. La carne de ternera era realmente exquisita. Pero cuando terminó la guerra la cerraron. ¿El motivo? Te cuento.

Cuando empezó la guerra, bien sabes que empezaron a escasear los alimentos, todo estaba racionado. Con las enfermedades el ganado fue muriendo, aunque, sin embargo, la carnicería seguía vendiendo carne. Una excelente carne, y más barata aun que antes de la guerra.

A mucha gente le extrañaba, pues, si el ganado era escaso, ¿de donde saldría la carne que vendía el carnicero?

Como ya te he dicho antes, la gente bebía en exceso, era casi una tradición allí. Pero daba la casualidad de que de vez en cuando desaparecía alguien del pueblo. Muchos pensaban que el motivo era que, con la guerra, marchaban fuera del pueblo por motivos políticos ó bien porque, como no había que comer, se iban al extranjero a trabajar. Pero nadie allí en el pueblo le daba mucha importancia a la desaparición de las personas.

Pero llego un momento en que a la gente le extrañaba mucho que familiares y amigos se fuesen del pueblo si ni tan siquiera despedirse. Esto comenzó a levantar sospechas entre los habitantes.

Un día vino al pueblo un grupo de soldados a realizar un control en todas las casas del pueblo, pare ver si encontraban algo sospechoso, como libros, escritos, periódicos, insignias, etc. Fueron casa por casa y tienda por tienda revolviéndolo todo. Ya estaban acostumbrados, pues toda esta comarca era de la zona roja y todo el mundo era sospechoso.

Cuando fueron a la carnicería se descubrió el gran horror. Había en la trastienda restos de cuerpos humanos.

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