domingo, 25 de abril de 2010

El lunes no fui. El martes me levanté temprano y cansado, pensé no ir. La noche anterior fue divertida, me quedé con ganas de más. Había bebido y estaba muy animado. Sin duda fue una noche de risas y la tranquilidad en la que nos encontrábamos dentro de la casa, la hizo distinta de todas las demás. Estábamos acostumbrados a beber en la calle, pero lo de estar ahí dentro era diferente.

Una sensación de bienestar había entrado en mi cuerpo al recordar la noche anterior. Y, aunque no tenia ninguna gana de ir al instituto, tampoco se podía decir que no quisiera volver a verla.

No quedaban cervezas, así que Pedro y yo nos llegamos a su casa. Sus padres no estaban, cogimos seis cervezas para llevar y dos para bebérnoslas de camino. El frigorífico era uno de esos de doble puerta con dispensador de agua fría y hielo picado. Tenia muchos refrescos y bebidas pero, sin embargo, no había nada de comer. Volvimos paseando tranquilamente por las desérticas calles del barrio. Cuando entramos, ya había llegado ella. La situación había cambiado, ya no estaba tan cómodo pero tenía una sensación mayor de no poder irme de allí.

El camino al instituto era mas aburrido que ningún otro día. Había menos tráfico de lo normal, se notaba que mucha gente ya había comenzado sus vacaciones para la feria. Nada de esto me apartaba del único pensamiento que me comía la cabeza: Esta noche volvería a verla.

1 comentario:

  1. Hugo, el relato está bien, pero tendrías que haberle puesto un título.

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