martes, 1 de junio de 2010

La extraña caravana de la muerte

La Guardia Civil consiguió capturar una caravana de ETA con dos furgonetas en la localidad de Cañaveras, en Cuenca. Fue en la madrugada del 29 de febrero de 2004, una noche de viento y nieve, la misma en la que la otra caravana, la de El Chino, logro llegar con 200 kilos de dinamita a la casa de Morata de Tajuña donde, presuntamente, se manipularon las mochilas bomba del 11-M. En las furgonetas etarras, además de 536 kilos de explosivos, viajaba un álbum de fotos personales de uno de los conductores. Entre las imágenes que contenía, se encontraba la fotografía de una vieja locomotora, situada como recuerdo, en una plaza de la localidad asturiana de Mieres. La Guardia Civil investigó entre el 29 de febrero y el 11 de marzo la existencia en la zona cercana al monumento de un comando de ETA -un hombre de 32 años y una mujer de 27. Es un dato más en el rosario de preguntas sin respuesta en torno a la conexión de ETA con la trama asturiana de la dinamita, la que habían organizado Emilio Suárez y Antonio Toro, y que había denunciado, en 2001, el confidente Lavandero a la Guardia Civil.

La verdad es que estaban esperando un gran atentado de ETA, pero sin duda no era éste. Todos los dispositivos de seguridad se encontraban en el nivel de máxima alerta a 15 días de unas elecciones.Lo que nadie podía imaginar es que fueran a intentarlo con una caravana pilotada por dos muchachos sin la menor experiencia en terrorismo. En definitiva, dos desconocidos sin historial delictivo. Sólo uno de ellos había participado en algunas acciones menores de la llamada kale borroka, la agitación callejera protagonizada por Jarrai, el brazo juvenil de ETA.

La detención fue como un regalo inesperado. Por eso, toda la cúpula de interior corrió algo desconcertada hasta Cuenca en la mañana del 29 para hacerse la foto.

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